lunes, 23 de julio de 2007

Tabaco

Las noticias más antiguas sobre costumbres de fumar, se remontan a tiempos muy remotos.

Plutarco, Pomponio, Heródolo, nos dicen en sus relatos que los asiáticos usaban haschich, el opio y otras sustancias narcóticas. Los escitas y tracios echaban sobre carbones encendidos, hojas y semillas aromáticas, y aspiraban el humo. Pero estos pueblos, así como Europa, desconocían el tabaco.
La historia del tabaco, o su difusión, comienza cuando Colón descubrió Santo Domingo. Los nativos, entre los muchos presentes, regalaron a los hombres blancos unas extrañas y largas hojas de color oscuro, que tenían un aroma penetrante. Marinos de la expedición que se internaron en la isla, descubrieron que hombres y mujeres hacían con estas hojas, rollitos que luego encendían y aspiraban ávidamente. Uno de estos marineros probó y le gustó mucho, y a su regreso a su patria quiso llevarse algunas hojas. En los viajes sucesivos comenzaron a llevarse a Europa, grandes cantidades de hojas, pues se les atribuían extraordinarias virtudes medicinales.
Recién en el año 1519, a un fraile francés se le ocurrió llevar semillas de esta planta como regalo al soberano, pero el rey no le prestó atención alguna, y las semillas fueron tiradas. Fue en Portugal que se las sembró por primera vez en un jardín; tiempo después, ya crecidas, dichas plantas florecieron; entonces, un apasionado de la botánica, el embajador francés en dicho país, Juan Nicot, se interesó, sorprendido por el aspecto de dicha planta y su olor penetrante. Después de observarla, creyó que podía tener cualidades terapéuticas; de esta manera, empezó a estudiar apasionadamente sus aplicaciones. Los primeros logros fueron mejoras en resfríos, curas de jaquecas, llagas y hasta mordeduras de perros hidrófobos. Muy pronto, toda Europa conocía el nombre de Nicot y su planta, con virtudes tan extraordinarias. Rápidamente, encontraron otras aplicaciones, como tratamientos de tortícolis, problemas intestinales, bronquitis y otras dolencias.
De esta manera, se introdujo el tabaco en Europa, no como placer sino como medicamento. Se lo conocía como “yerba del embajador”, “clister de la nariz”, “hierba reina” y “tabaco”. El duque de Guisa dispuso que se llamara “nicotina” en homenaje a Nicot, aunque comúnmente se lo siguió llamando “tabaco”.
A pesar de que los hombres de ciencia veían a esa planta nueva como importante medicamento, poco a poco comenzó a divulgarse la costumbre de utilizar sus hojas como placer. Así se fue extendiendo su uso por toda Europa. El navegante inglés Drake lo llevó a su país, luego el cortesano Raleigh lo introdujo en la corte.
La forma más común del uso del tabaco era en polvo o en pipa. Fue tanta y tan rápida la difusión que pronto se dieron cuenta que el abuso del tabaco era perjudicial a la salud. De esta manera comenzaron las primeras medidas contra su uso.
Durante el reinado de Luis XIV la venta se hacía bajo receta médica. Luego, se dictaron severos castigos para los fumadores, como cortarles las dos manos a quien sorprendían fumando. Pero el uso estaba tan difundido que, poco a poco, estas medidas fueron olvidándose y el tabaco pasó a ser uno de los productos más difundidos a pesar del perjuicio que causa. Y así, para hacer frente a la gran demanda, comenzaron más y más plantaciones hasta extenderse por todo el mundo.
Al principio, se consumió el tabaco en polvo y en pipa, después se hizo popular la “Nanongada”, luego la tabaquera; en el siglo XIX, el cigarro y en éste, el cigarrillo.
Los cigarros más famosos que se conocían eran los “habanos” procedentes de Cuba; luego en 1885, en Lucca (Italia), comenzaron a fabricarse los “toscanos” que muy pronto fueron famosos en el mundo entero.
Hoy día, los principales productores de tabaco en el mundo son los Estados Unidos, India y China. En la Argentina, se cultiva principalmente en Corrientes, Salta y Misiones y en menor proporción en Jujuy, Tucumán, Catamarca y norte de Santa Fe.
El tabaco es una planta de la familia de las solanaceas, originaria de América, cuyo nombre viene de una de las islas del grupo de las Antillas, Tabago o Tobago.
El tallo es recto, sus hojas grandes y puntiagudas, las flores están reunidas en ramilletes elegantes, alcanza hasta 2 metros de altura; es venenosa y narcótica. Cada planta tiene de 15 a 20 hojas, que se recogen en varias veces a medida que van madurando, luego se secan colocándose en ristras en largas cañas.
Las hojas se seleccionan unas para cigarros, otras para cigarrillos, otra para preparar rape. Algunas fibras de las hojas se aprovechan como materia celulosa. De la semilla del tabaco se extrae aceite comestible y también se fabrican algunos insecticidas a base de nicotina.
El tabaco contiene nicotina, que en estado natural es muy venenosa; con 5 gramos es suficiente para matar a un hombre. La nicotina se destruye con el fuego del cigarrillo, pero se transforma en un gas nocivo que afecta las vías respiratoria.


René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

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