lunes, 23 de julio de 2007

Cafeto || El cafeto y su grano: el café

“¿Tomamos un café...?” Invitación hecha costumbre. Un encuentro entre amigos, una cita... o simplemente para hacer tiempo. Cierto, el café es una de las bebidas más populares y comunes que se consume.
El café (del turco “qahwé”, a su vez del árabe “qahwa”) es la semilla del cafeto. Tiene aproximadamente un centímetro de largo, y es de color amarillo verdoso; de un lado su centro es más prominente que los bordes y por el otro es plana, con un surco longitudinal en una de sus caras. El café es, en realidad, la bebida que se obtiene del grano tostado y molido.
El cafeto es un árbol que pertenece a la familia de las rubiáceas. Originario de África Oriental (Etiopía, Uganda, Kenia, etc.) En su lugar de origen llega a una altura de 8 a 10 metros, pero en su estado de cultivo solo mide de 2 a 4 metros. Sus hojas son opuestas, lanceoladas, persistentes, de un hermoso color verde. Las flores son axilares, blancas y olorosas, parecidas a las del jazmín; de éstas salen los frutos, que se asemejan a las cerezas, divididas en dos casillas, cada una de las cuales contiene una semilla. Al eliminarse la pulpa de éstas y las membranas que la envuelven, se obtiene el grano.
Orígenes
Los orígenes conocidos del café se remontan a la mitad del siglo XIV. Fausto Naironi, en un libro del siglo XVII describe las propiedades del café, y también una leyenda sobre éste que se refiere a un pastor de Etiopía. Dice que en el año 1440, éste contó a unos monjes que los animales de su rebaño habían estado nerviosos durante el día y saltando toda la noche. Los monjes, al comprender que los animales habían consumido algún yuyo o fruto que les causó tan curiosos trastornos, decidieron investigar: recogieron yuyos y frutos que pudieran ser los causantes y comprobando los efectos de cada uno llegaron a la conclusión de cuál era. Esta es la leyenda cristiana, pero los turcos y los árabes aseguran que no fueron monjes sino directamente los pastores los descubridores. Leyenda y discusiones aparte, lo real es que el café existe, aproximadamente, a partir de 1440; desde entonces, su uso comenzó a ser común en todo Oriente.
En Europa fue introducido a principios de 1700, por los holandeses, generalizando su uso rápidamente; en 1712 los franceses lo aclimatan en las Antillas, América Central y Meridional. En 1762 comienza el cultivo en el Brasil, pero solamente pasando unos años logra tener gran interés comercial. En la actualidad, Brasil entrega, aproximadamente, la mitad de la producción mundial; lo siguen en orden de importancia Colombia, México, Guatemala y El Salvador. Ahora se lo empieza a cultivar en el noroeste argentino, Salta y Jujuy.
Por la gran capacidad que tiene esta planta para adaptarse a muchos medios y a la hidridación, existen muchas especies y variedades de café; se destacan los grupos arábica, caneplora y libérica, si bien el primero es el más generalizado por todo el mundo.
Los granos del café, sometidos a una temperatura de unos 200 grados centígrados, se tuestan y adquieren un color oscuro, más volumen y menos peso. Se convierten, con agua hirviendo o vapor, en el popular café, que tiene un papel fundamental en las costumbres del hombre desde hace más de 3 siglos.
El café es un tonificante que actúa sobre el sistema nervioso y el aparato circulatorio, propiedades que se deben a un alcaloide que contiene la cafeína. Los efectos que produce en el organismo, si no te toma en exceso, son leves.
El café es el mudo testigo en importantes transacciones o reuniones: comienza, sigue o termina una amistad, una cita o una discusión. Es común tomar café mientras se vela un difunto. Lo cierto es que siempre siempre, el café está presente.
“¿Tomamos un café...?”



René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

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