lunes, 23 de julio de 2007

Plantas acuáticas

Las plantas en general nos brindan un mundo fascinante, y ese mundo está dado por sus formas, sus diferentes clases de vida, sus colores... y todas nos llevan a un sueño, un sueño que tratamos siempre de tenerlo cerca, muy cerca de nosotros. Por eso, cuando vemos una planta silvestre, y la analizamos y advertimos que es originaria de algún país lejano, de clima diferente, tratamos de adaptarla, de brindarle un mundo lo más parecido al de su origen, para de tal modo disfrutarla junto a nosotros, en nuestro jardín, en el balcón, cerca de la ventana o en cualquier lugar en que podamos observarla, cuidarla... y -¿por qué no? amarla; sentir su vida junto a nosotros, verla crecer, apreciar cómo se abre su flor día tras día, cómo nos da su semilla, y así aumentar su especie.
Dentro de este mundo alucinante, existen las que son fáciles de adaptar o cultivar, pero hay otras que son más difíciles, simplemente porque necesitan un lugar, un lugar que en la ciudad es raro encontrar: estas son las plantas acuáticas.
Si tuviésemos la suerte de que nuestra casa poseyera un parque y, en él, una fuente, podríamos cultivar una gran cantidad de plantas que viven en el agua y así añadiríamos una nueva dimensión a la jardinería. Esta faceta del maravilloso mundo de las plantas nos da la posibilidad de contar con una innumerable gama de adornos artificiales.
El agua que brilla como diamante bajo el sol y que, cuando se cubre el cielo con nubarrones, se torna oscura y silenciosa o, por las noches, romántica y tranquila, reflejando mil y una caras de la Luna, en espejo fascinante roto en círculos por el roce de algún pez en la superficie, de una abeja o algún pájaro sediento, o por la errática danza de las gotas de lluvia, ya nos permite componer una escena que complete el paisaje ideal con el agregado de alguna de las muy especiales plantas acuáticas. Ellas, el susurro de una cascada que podamos construir, junto al canto de los pájaros... y nuestro sueño, en la conjunción de la imaginación, el oído y la vista será perfecto.
Para que estas plantas prosperen, conserven sus colores, florezcan, es importante observar algunos detalles, tales como: buena iluminación, lugar abierto, algunos resguardos con árboles, edificios, un pequeño puentecito, etcétera, que mitiguen la fuerza del viento y las proteja en invierno.
Para formar un jardín acuático contamos con cientos de plantas distintas: de hojas pequeñas y otras grandes, con flores o sin ellas, fragantes o sin olor y de distintos tonos de verde. Entre las que podemos citar están los nenúfares, cuyas variedades más resistentes tienen flores de diversos colores, ora blanco, crema, amarillo; ora rosa, rojo; algunas con manchas, otras sin ellas; de hojas grandes como un plato o tan pequeñas como una moneda.
Una planta que en primavera muestra en plenitud la belleza de sus flores es la llamada “botones de oro” (calthas): sus hojas son redondas y lisas. y sus flores –doradas- las da en largos racimos.
Dos plantas que crecen en forma rastrera, sobre todo en aguas poco profundas, son el trébol de agua que, con racimos de flores orladas de color blanco y rosa y hojas trifoliadas, nos da su belleza; y el aro acuático, cuyas flores son pequeñas en forma de aro de color blanco con rayas rojas y con hojas en forma de corazón.
Distintas clases de lirios crecen en primavera: algunos tienen sus hojas verdes manchadas de color crema.
Otra planta llamativa es el junco florido, de hojas alargadas y estrechas, con flores de color rosa; en otra variedad, sus flores tienen forma de espiga, y su color azul dura todo el verano.
Hay algunas plantas que normalmente permanecen invisibles: son las oxigenadoras sumergidas, que solamente aparecen en la superficie para florecer. Sirven para mantener condiciones equilibradas.
Si bien estas plantas son más bien para adorno de un jardín acuático, hay cientos y miles de ellas –silvestres- que crecen en arroyos, lagunas, etcétera: los camalotes, los juncos y sus variedades. La victoria regia (irupé), planta acuática cargada de leyendas, pertenece a las ninfáceas; es de tallo grueso, de hojas cordiformes que alcanzan hasta cuatro metros de diámetro; su cara superior es rojiza y espinosa, con el borde levantado, y de flores grandes y muy bonitas.
Como los invernaderos, solarios y jardines, los estanques o fuentes constituyen un centro muy atractivo, donde pueden convivir plantas, peces de colores, tropicales y otros.
El jardín acuático es otro mundo en el maravilloso mundo de las plantas.


René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

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