lunes, 23 de julio de 2007

Chingolo

El chingolo es uno de los pájaros más conocidos que habita la Argentina. Su humildad, su mansedumbre y el hábito de vivir en los alrededores de las viviendas humanas, alegrando con su melodioso canto, lo han convertido en uno de los pájaros más populares y de los que gozan de mayor cariño y simpatía.
Su hábitat es muy amplio en nuestro vasto territorio. Podemos decir que abarca casi todo el país. Si bien sus lugares preferidos son los árboles cercanos a casas, parques, jardines, quintas, etcétera, su presencia es infaltable en todo lugar que el hombre levante su vivienda. Inclusive, el chingolo, si bien es habitante generalmente de llanuras, se lo puede encontrar también en los montes, sierras y montañas hasta unos 4000 metros de altura. Debido a esto se lo conoce según la zona donde habita con distintos nombres, algunos que podemos mencionar son: “icancho” (en el Norte); “cachilo” o “cachilito” (en el Litoral); “chuschiú” (en Córdoba); “vichi” (en Tucumán); “maninbé” (en guaraní); como también ”atrechero”, “joyerito“, “cabeza atada” y otros.
El chingolo (Zonotrichia capensis) integra la familia de los frigillidos. Mide unos 15 centímetros de longitud, cinco centímetros y medio pertenecen a la cola; la hembra es algo más pequeña.
Su plumaje tiene aspecto humilde, pero vistoso; el dorso es pardo manchado de negro, la parte ventral es blancuzca y ocre; en el cuello tiene un semicollar canela rojizo y negro, su cabeza es gris con una corona negra terminando en un gracioso copete, el pico y las patas son marrones y los ojos vivaces de color pardo. Pesa aproximadamente unos 20 gramos.
Su canto, suave y delicado, que consiste en un alegre silbido que se asemeja a un churit-churirii, que repite a breves intervalos durante el día, posado en alguna rama, poste, alero de una casa o cualquier lugar elevado, de noche también, con menor frecuencia, se lo puede escuchar cantar en el lugar elegido como refugio. Según la gente del campo dice que el canto del chingolo anuncia las condiciones climáticas.
Es más bien tímido, pero inquieto, de movimientos rápidos, anda siempre a saltitos sacudiendo su elegante y gracioso copete en busca del alimento preferido.
Sus hábitos son terrícolas y sedentarios, tiene un gran apego al lugar donde nació o eligió para su morada, lugar del que nunca se separa.
Se alimenta generalmente de granos, semillas, algunos vegetales, gusanos, insectos y larvas. También el chingolo, por su mansedumbre y atrevimiento, es capaz de llegar hasta la misma puerta de una casa en busca de migas de pan. Por esta forma confianzuda, el chingolo, dio origen a un refrán: “Entra solo, como el chingolo”, refiriéndose a las personas que se invitan solas, o que suelen meterse en conversaciones o discusiones, o de puro comedidos van en donde no los llaman.
El chingolo es manso y curioso, por eso cae fácilmente en las trampas para pájaros, aunque recupera rápidamente la libertad debido a que los aficionados lo consideran un pájaro muy común, si bien, otros lo enjaulan porque lo consideran importante debido a que come los parásitos de los otros pájaros.
Generalmente anda solo o con su compañera, en lugares en los que abunda la comida si se los ve formando grandes bandadas.
Hace su nido normalmente entre matas de pasto, debajo de los cardos, alguna depresión del suelo y raramente en arbustos.
Para construirlo utiliza pajitas y palitos acolchonándolos con crines y plumitas. La hembra pone 4 a 5 huevos por postura, realizando hasta 4 por año. La cáscara de éstos son de color blanco con celeste y manchitas rojizas.
Su nido es normalmente parasitado por el tordo renegrido, que cuando nacen los pichones les dificulta mucho, porque éstos son mucho más grandes y más comilones y el chingolo no hace diferencia entre sus hijos y los intrusos.
Los pichones empluman con el color parecido al de los padres, la única diferencia es que tienen el pecho rayado de negro y el collar pectoral menos marcado.
El chingolo forma pareja a principios de primavera, aunque no lo parezca es bastante pendenciero en esta época, cuando son frecuentes las peleas con los otros machos por la posesión de la hembra.
El chingolo es el más gaucho de los pájaros canoros, su fama llegó al folklore, la leyenda y dichos populares, hasta inspiró a poetas, como lo demuestra Leopoldo Lugones, que le cantó así:

Cuando el campo está más solo
y la casa, en paz, abierta
aparece por la puerta
muy si señor, el chingolo.

Viene en busca de una miga
o una paja de escoba
que, ciertamente, no roba
porque la gente es su amiga.

Salta confiado, al umbral
y solicita permiso
con un gritito conciso
como pizca de cristal.

Su ropa pastoril
la agracia un lindo copete.
(Si el cardenal es cadete
el es conscripto gentil).


René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

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