lunes, 23 de julio de 2007

Cai Común || Un primate parecido al hombre

Entre las más antiguas clasificaciones de las especies en la historia, el hombre siempre fue incluido entre los primates. Con posterioridad el mismo hombre, con sutiles intenciones por entablar una diferenciación – dado que entre los primates se encontraban los gorilas, los monos y los chimpancés – se autoexcluyó. Razones sin duda que tenía para que no se lo encuadrara junto a estas especies, pero rasgos muy comunes – la teoría evolutiva de Darwin deriva de este parentesco – hizo que muchos científicos tuvieran a los monos como el predecesor del hombre.
La historia del mono parece ser más antigua que la del hombre y esto sin duda que lo certifican los fósiles de añares que han sido encontrados. En algunos países se tenía mucha afección a ellos, el caso de Egipto y la India, donde se los reverenciaba. La cosa no termina en las reverencias, puesto que todavía en la India hay templos y estatuas de las esfinges de monos. Dentro de la rama artística – la pintura especialmente – lo ha registrado en distintas etapas; y los romanos, siempre inclinados a la diversión y los banquetes, lo tenían en cuenta dadas las cualidades cómicas e imitativas del simio. Hubo tribus para las que estos primates eran malignos y destructivos; para otros, seres horribles que no eran ni bestias ni humanos, o mejor dicho a mitad de camino. Dentro de las artes de hoy, y especialmente el cine, el simio fue el terror de los grandes y los chicos y bajo el nombre de King Kong, en los comienzos de Hollywood, fue un personaje mimado porque podía llenar las arcas – siempre detrás del séptimo arte – con más facilidad que el mejor melodrama. Las sucesivas versiones cinematográficas sobre el inmenso gorila demostraron que, remozándolo y humanizándolo, seguía produciendo dinero. Pero dejando de lado el arte y siguiendo con este simpático y bonachón personaje, que según el decir de algunos humoristas no aprendió a hablar para que no lo mandasen a trabajar, y que les place los lugares cálidos y de abundante vegetación – hay una especie que habita zonas heladas, pero es una excepción – es uno de los pocos del reina animal respetuoso de la armonía de la comunidad. Esta organización también tiene similitud con los que suponemos habían sido los primeros hombres, es decir, que entre el grupo hay un jefe, y también como en los humanos, este título ha tenido que ser conquistado. En algunas colonias existen ciertos libertinos o poderosos y este líder tiene entre otras costumbres, la más sugestiva, que es la de ser el único en permitirse seducir a las hembras.
Son muchísimas las especies de primates que habitan el mundo, en nuestro país habitan solamente 4 de ellas y una es el Caí común, voz que deriva del guaraní, que quiere decir humilde, vergonzoso o modesto. Sus costumbres no difieren de los otros de su especie y en la actualidad hay hermosos ejemplares en el norte de Entre Ríos y en los bosques de Jujuy y Misiones. También en el Paraguay y desde el Matto Grosso. Hay una especie extremadamente parecida del Caí común en Perú y Bolivia, seguramente que esta diferencia ha sido marcada por la geografía que modifica no sólo los cuerpos sino los colores y las costumbres.
Nuestro mono, el Caí, es de tamaño mediano, su cuerpo no mide más de 45 centímetros, al igual que su cola, es de color leonado y presenta manchas claras en las zonas inferiores. Las tonalidades varían según su edad y de acuerdo a la zona que habitan.
Se adapta, como la mayoría de los simios, al cautiverio, y es cariñoso con los animales de la casa y con sus dueños. Pareciera no sentir que el encierro lo perjudica pero no es de extrañar que a la menor posibilidad de escapar, lo hace. Es uno de los ejemplares más sociables y hasta se acostumbra a su amo y a los tratos de éste. Su espíritu juguetón y sus “monadas” lo hacen curioso a los ojos de los hombres, que niegan que esta especie sea su pariente lejano, en algunos aspectos más práctico y que, como dicen algunos, omitió la palabra para no trabajar. Quizás para nuestro siglo el mono no sea un ejemplo de laboriosidad pero sí de picardía.


René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

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