lunes, 23 de julio de 2007

Saucillo

Todos los seres vivos, de distintas maneras, contribuyen a contaminar, destruir e infectar el medioambiente. El hombre, con sus fábricas, su era atómica, su química, sus desperdicios; el animal, por sobrevivir.

En cambio, el árbol, al absorber el alimento impuro, nos devuelve el aire respirable, atempera los climas, regula los vientos, divide o suaviza con su raigambre las corrientes de agua, consolida los bordes, construye diques subterráneos, libra o suaviza muchas veces fuertes crecidas, atrae o disemina nubes en busca de agua.
Por ello, el árbol, además de ser de valor por su belleza estética, es un gran contribuyente para la salud, tiene influencia importante sobre la meteorología, es prenda en la riqueza agrícola y gran benefactor del desarrollo industrial; en realidad, es el silencioso abanderado del globo.
Saucillo
El saucillo es un árbol por lo general espinoso, ocasionalmente inerme, de una altura aproximada de 8 a 10 metros, su tronco es de unos 20 a 40 centímetros de diámetro.
Dicho tronco está revestido por una corteza de color castaño-grisáceo. Su copa es amplia e intrincada, caediza; sus hojas son muy parecidas a las del sauce y por eso se lo llama vulgarmente “saucillo”. También se le dice “ibá-je-é”, que en guaraní significa fruta dulce, haciendo referencia al sabor dulce de sus frutos. Estos son muy buscados por los niños y los pájaros, pues poseen una pulpa fibrosa, jugosa y muy rica.
En la Argentina, su área de distribución es bastante amplia; se extiende desde la frontera norte hasta Córdoba y Santa Fe y noroeste de Corrientes.
Su madera es blanda, de color blanco-amarillento.
Si bien es un árbol de aspecto interesante, sobre todo por su tupida y enmarañada copa, su aplicación en la industria es casi nula.
Los frutos son drupas globosas, amarillentas en la madurez, similares a un damasquito. Tiene una sola semilla, la pulpa es fibrosa, jugosa y muy dulce.
Las hojas son caedizas, poco pubescentes.
El ser humano puede sustituir los elementos de su alimentación animal con productos vegetales, y la energía animal que utiliza por motores y máquinas, pero nunca prescindir del árbol.
En efecto, sin el árbol se haría muy difícil la vida de los seres vivos.



René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

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