lunes, 23 de julio de 2007

Gato montés

Con un total de treinta y seis especies que se encuentran distribuidas en todo el mundo, excepción hecha de los polos norte y sur de la región australiana, los félidos se han adaptado al terreno que habitan casi con naturalidad. El caso del gato montés, que habita todo el este de la República, extendiéndose hasta el Uruguay y Paraguay, es típico: estos animales –algunos extremadamente feroces-, muestran que la adaptabilidad también es una forma de sobrevivencia.
El nombre del gato montés es claro y significativo, se mueve en lugares de montes y campos de arbustos y no descarta las selvas espesas, dado que es un excelente trepador y tiene, entre sus costumbres, la de dormir arriba de los árboles.
En los casos en que el gato montés asume esta posición, no es sólo para dormir en ese lugar predilecto, también lo usa para acechar –otra de las cualidades de los félidos- y bajo sus garras suelen caer cuises, roedores, ratas, pichones y pequeñas aves.
El gato montés es lo que se dice un animal “de instinto” y esto lo puede demostrar en los inconvenientes que la vida suele depararle. Sin ser un experimentado nadador, y más que eso casi un enemigo del agua, no consigue ahogarse si se encuentra en ese brete. Dentro de las curiosidades de este animal, al que a veces suelen domesticarlo, la higiene es una de las más conocidas. Teniendo en cuenta el desapego que evidencia con el agua nunca se lo encuentra con olores y su imagen siempre luce como para una fiesta.
Es de sensibilidad tácita y en esto participa todo su cuerpo, armonioso y siempre dispuesto. Si bien se dice que la inteligencia de los gatos es inferior comparada con la de los perros, esta diferencia no es demasiado probable. A veces es prudente, desmedido, astuto, también arrogante y feroz. Su diferencia con el perro es su tremenda incapacidad al sometimiento. A veces en los gatos domésticos hay sometimiento, pero nunca este sometimiento es incondicional. Como si el animal se guardara para sí un poco de su importante carácter. Esto ha hecho que siempre se diga de los gatos “que son ladinos”, y algo de verdad tiene aparte de su sentido peyorativo.
Otra de las características de estos gatos es evitar la pelea franca, abierta. Esto lo hacen cuando no tienen otra opción. Cuando el felino se encuentra acechando a su presa es extremadamente sigiloso y suele acercarse al enemigo agazapado y en sentido contrario al viento. Se arrastra por el suelo en forma casi muy similar a la serpiente, mide su salto y le cae encima a la presa derribándola y clavándole, al mismo tiempo, sus afiladas garras en la nuca y partes del cuerpo. Muerta la víctima el gato la arrastra hacia un lugar más seguro antes de devorarla.
Siendo poco sociable, arisco instintivamente, le gusta andar solo y contadas veces se lo encuentra frecuentando con grupos de su especie.
Tienen en el mes de agosto su época de celo, y después de un período de gestación de nueve semanas la hembra alumbra una camada de dos o tres crías. Esto lo hace una sola vez por año. En los primeros tiempos la madre cuida a su prole con ternura y solo la abandona cuando debe defenderla de un atacante. Ya grandes, y con las precarias instrucciones, los gatitos dejan lentamente a sus padres.
Aquí se lo ha bautizado “gato montés” y ya dijimos que ello era debido a su preferencia, el hábitat; pero el nombre correcto, que viene del latín, es “Oncifelis”, que quiere decir gato ágil o rápido.


René Darán
Fuente: Diario La Capital. Sección Flora y Fauna de Nuestro País /1984/87
Director EcoNews
rene@eco-news.com.ar

No hay comentarios: